martes, 20 de mayo de 2014

¿Cuánto costará luchar contra el cambio climático?

Importantes informes concluyen que se pueden estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar un cambio climático catastrófico y que además se puede hacer a un coste relativamente bajo. Pero los detalles de los informes dejan claro que si se tienen en cuenta los problemas del mundo real, por ejemplo los retrasos a la hora de desarrollar y poner en marcha tecnologías y políticas, el precio de resolver el cambio climático se encarece muchísimo.

Pasar de combustibles fósiles a fuentes de energía de bajas emisiones costará 44 billones de dólares de aquí a 2050 (unos 32 billones de euros), según un informe presentado la semana pasada por la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Esto puede parecer muchísimo dinero, pero el informe también señala que el cambio a tecnologías de bajas emisiones, como la solar, junto con las mejoras que se esperan en eficiencia, supondrán un grandísimo ahorro gracias a la reducción en el consumo de combustibles fósiles. En consecuencia, el mundo ahorrará un poco incluso: los costes de pasar de una tecnología a otra se cubrirán con el ahorro en combustible de aquí a 2050.

El mes pasado un importante informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) afirmaba que los esfuerzos por estabilizar los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero obligarían a inversiones de unos 13 billones de dólares hasta 2030 (unos 9 billones de euros). También señalaba que reduciendo las emisiones la tasa de crecimiento de la economía caería (como consecuencia de factores como energía más cara). Pero que esa caída sería, de media, de inferior a una décima porcentual por año de aquí a 2100.

Sin embargo, estos cálculos se basan en situaciones ideales. Dan una idea de lo que costará apartarse de los combustibles fósiles si todos actuamos ahora y tomamos decisiones inteligentes en el futuro, y si además las tecnologías funcionan como esperamos que lo hagan, Uno de los factores más importantes es cuánto tardemos en empezar a reducir las emisiones. En 2012, el cálculo hecho por la AIE del coste de pasar a energías de bajas emisiones era de 36 billones de dólares (unos 25 billones de euros), 8 billones de dólares menos que el cálculo actual (unos 6 billones de euros). El aumento en los costes se debe en gran medida a que, en el tiempo transcurrido desde entonces, las emisiones han aumentado y los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera han aumentado, haciendo que el problema sea más difícil de resolver. El informe del IPCC demuestra que si seguimos posponiendo la reducción de emisiones, los costes de hacerlo podrían aumentar en un 40% con que el retraso dejara las emisiones un 50% más altas en 2030 que en el planteamiento ideal.

Aparte del retrasos a la hora de actuar, hay otros factores que encarecerán los costes. Estos aumentarán si los países no trabajan juntos. También aumentarán si las tecnologías no funcionan como se espera. El ejemplo más destacado es el de la tecnología para la captura y almacenaje de dióxido de carbono (CAC). Según el PICC, si no se puede poner en marcha esta tecnología, el coste de estabilizar los niveles de gases de efecto invernadero se duplicará (ver "La captura de carbono puede reducir a la mitad el precio de frenar el cambio climático").

El profesor de economía y finanzas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EEUU),Robert Pindyck, afirma que los intentos por tomar decisiones sobre el cambio climático basados en un análisis de costes-beneficios están condenados a fracasar porque ambos son desconocidos. "Sólo podemos especular", afirma. "No conocemos los costes reales. No conocemos los beneficios". Pero señala que la posibilidad de que los resultados sean catastróficos debería ser incentivo suficiente para motivar a los inversores a impedir el cambio climático, incluso ante la incertidumbre, igual que la gente contrata seguros de enfermedad sin saber si les compensará.

A pesar de que los costes reales no se pueden predecir con precisión, los cálculos de costes como los hechos por el IPCC y el AIE cumplen una función importante: pueden indicar a los legisladores en qué se deben fijar. Los negociadores sobre el clima saben desde hace tiempo que es importante actuar con rapidez, algo que los informes dejan aún más claro mostrando exactamente cuánto suponen los retrasos en términos de costes. Los datos también sirven para sugerir a qué tecnologías hay que prestar más atención. El IPCC halló, por ejemplo, que no contar con la CAC podría aumentar los costes mucho más que, por ejemplo, limitar la cantidad de energía solar que ponemos en la red, sugiriendo que los esfuerzos por poner en marcha la CAC deberían ser prioritarios.

Publicado
http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=45274