
Todas las personas tenemos derecho a expresarnos libremente y participar en las decisiones que nos afectan. Tenemos derecho a vernos libres de todas las formas de discriminación. Tenemos derecho a la educación, a recibir atención médica y a tener oportunidades económicas y un nivel de vida digno. Tenemos derecho a la intimidad y a la justicia. Estos derechos son importantes para todos, todos los días. Son el fundamento de las sociedades pacíficas y el desarrollo sostenible.
Desde que se proclamó la Declaración Universal en 1948, los derechos humanos han sido uno de los tres pilares de las Naciones Unidas, junto con la paz y el desarrollo. Aunque la aprobación de la Declaración Universal no hizo que cesaran las violaciones de los derechos humanos, la Declaración ha ayudado a un sinnúmero de personas a vivir con más libertad y seguridad. Ha ayudado a prevenir violaciones, a hacer justicia ante los agravios y a reforzar las leyes y salvaguardias de derechos humanos a nivel nacional e internacional.
A pesar de esos avances, los principios fundamentales de la Declaración Universal se siguen poniendo a prueba en todas las zonas del mundo. Vemos cómo ciertas personas, que pretenden sacar provecho de la explotación y la división, se muestran cada vez más hostiles a los derechos humanos y a quienes los defienden. Vemos odio, intolerancia, atrocidades y otros crímenes. Esos actos son un peligro para todos.
En este Día de los Derechos Humanos, quiero expresar mi reconocimiento a los valientes defensores y promotores de los derechos humanos, incluido el personal de las Naciones Unidas, que trabaja cada día, en ocasiones con grave peligro, para defender los derechos humanos en todo el mundo. Insto a los pueblos y a los dirigentes de todo el mundo a defender todos los derechos humanos —los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales— y los valores que sustentan nuestras esperanzas de un mundo más justo, más seguro y mejor para todos ONU