04 de noviembre, 2015 — En conferencia de prensa en la ONU, el subsecretario general para los Derechos Humanos afirmó que no hay evidencias que demuestren que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio.
En su actualización sobre las tendencias mundiales en la aplicación de la pena máxima, Ivan Simonovic aseguró que en 2014 se vieron algunas mejoras.
“En 2014 el número de Estados que aplicaron la pena capital fue el mismo que en 2013. Sin embargo, hubo un descenso de 22 por ciento en las ejecuciones documentadas”, aseguró el funcionario de la ONU.
Aun así, también señaló que en ese mismo año se registró un aumento de 28 por ciento en el número de personas condenadas a la pena de muerte, lo que, según Simonovic, refleja un incremento en los Estados que tratan de aplicar este castigo para prevenir el terrorismo y los delitos relacionados con el tráfico de drogas.
El subsecretario general destacó que tras numerosos estudios no hay pruebas concluyentes que indiquen que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio, si bien sí que las hay que demuestran que existe una correlación entre la pena capital y la discriminación y el trato desigual hacia los grupos vulnerables.
Simonovic aseguró que la institución de una moratoria sobre la pena de muerte aunque fuera de sólo año sería de gran ayuda. “Especialmente porque la experiencia de diferentes Estados miembros que la introdujeron fue que no vieron un incremento en los crímenes violentos, asesinatos y otros delitos”, añadió.
Ante una pregunta sobre qué puede hacer la ONU para legitimar la abolición de la pena de muerte mediante documentos o acuerdos en los países que no la han prohibido por ley, como es el caso de algunos en América Latina, Simonovic insistió en la importancia de la colaboración con los socios regionales. Como ejemplo mencionó el trabajo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y aseguró que es con instituciones así con las que tiene que trabajar la ONU, en lugar de actuar en solitario. Centro de Noticias de la ONU