CHERNÓBIL, Ucrania (Reuters) - Para algunas personas vivir lejos de casa es tan insoportable que decidieron volver, aunque el hogar esté en medio del peor desastre nuclear de la historia.
Maria Lozbin fue una de las decenas de miles de personas evacuadas de sus hogares tras el accidente de Chernóbil en abril de 1986, pero regresó hace seis años con su familia a vivir en el territorio dentro de una zona de exclusión de 30 km donde el riesgo de envenenamiento por radiación persiste.
Lozbin, de 69 años, ataviada con un chal, dijo que la población a la que fue evacuada estaba llena de alcohólicos y drogadictos.
La casa a la que se trasladó estaba tan mal construida, con una enorme grieta desde el tejado hasta el suelo, que temía morir o quedar mutilada por la caída de escombros.
"Vivir allí era como estar esperando la muerte", dijo.
Ahora vive con su hijo y su familia de nuevo en Chernóbil, en una zona a la que solo se puede acceder cruzando un control y donde los guías acompañan a curiosos turistas con medidores de radiación.
En contraste, hay un silencio mortal en la cercana población abandonada de Prypyat, donde una noria oxidada y una guardería llena de juguetes, muñecas y pequeñas camas son un sombrío testimonio del alcance y la velocidad del desastre.
Lozbin cuida pollos, patos y gansos, cultiva patatas y tomates y sale a buscar champiñones en los bosques cercanos.
"Aquí no hay radiación. No temo nada", dijo. "Y cuando llegue el momento de morir, no sucederá por la radiación".
SONIDO DE LOS PÁJAROS
El martes se conmemora el 30 aniversario del desastre de Chernóbil en una Ucrania que entonces pertenecía a la Unión Soviética. Una prueba de seguridad que salió mal en el cuarto reactor de la planta atómica envió nubes de material nuclear a gran parte de Europa.
El desastre y la gestión gubernamental del mismo - la orden de evacuación llegó 36 horas después del accidente - subrayó los defectos del sistema soviético con sus incontables burócratas y cultura de secretismo.
Mijail Gorbachov ha dicho desde entonces que considera Chernóbil como uno de los principales clavos en el ataúd de la Unión Soviética, que finalmente se desintegró en 1991.
El accidente mató a 31 personas en el acto y obligó a decenas de miles a huir. El balance final de fallecidos por enfermedades vinculadas a la radiación, como el cáncer, es controvertido.
Un informe de Greenpeace publicado antes del aniversario cita un estudio bielorruso que estima el número total de muertes por cáncer vinculadas al desastre en 115.000, frente al cálculo de 9.000 de la Organización Mundial de la Salud.
El estudio de Greenpeace también dijo que las personas que viven en la zona siguen comiendo y bebiendo alimentos con niveles de radiación peligrosamente altos.
En concreto, "la zona de exclusión de 30 km alrededor del reactor de Chernóbil continúa estando altamente contaminada y no es apto para vivir allí", dijo.
Pero eso le importa poco a Lozbin, una de las alrededor de 160 personas que se estima que han vuelto a la zona. "¿De qué hay que tener miedo?" dijo la nuera de María, Oleksandra Lozbin.
"No quiero ir a Kiev. ¿Por qué tendría que dejar esta naturaleza? ¿Donde podría escuchar cucos? ¿Dónde podría escuchar ruiseñores?"
El marido de Oleksandra, que creció en un pueblo a siete kilómetros de distancia, comenzó a realizar breves visitas a Chernóbil en 2008 y la familia se asentó de forma permanente en 2010.
"Mi marido quería volver a esta tierra toda su vida", dijo. "Volvió cuando todo estaba cerrado, cuando estaba prohibido venir. Cruzó a través de la alambrada".
Oleksandra dijo que la policía en un primer momento intentó obligarles a marcharse, pero la familia se negó.
Oleksandra espera inspirar a otros para que vuelvan. Para recordar a la gente cómo era la vida antes del accidente, la familia ha creado un museo improvisado en una casa al otro lado de la calle con objetos recogidos en las casas de campo cercanas.
Hay libros, una muñeca, un ábaco, una foto en blanco y negro de dos personas. Un día, espera, alguien podría verla y reconocer a sus bisabuelos.
"Hemos decidido salvar la historia de Chernóbil", dijo. "Esperamos que la gente vuelva y viva aquí, y que sus hijos y nietos vean cómo era la vida aquí, en qué tipo de cunas dormían los niños, en qué tipo de cajas la gente almacenaba sus pertenencias y libros".
En un banco yace un periódico soviético del 24 de enero de 1986, cuatro meses antes del desastre. El titular dice: "No a la prueba nuclear". Reuters