París, 25 mar (EFE).- Reporteros sin Fronteras (RSF) alerta contra la amenaza que supone para la libertad de prensa en el mundo el que llama "nuevo orden mundial de los medios" que están desplegando las autoridades chinas, amparándose en la creciente influencia económica y política del gigante asiático.
En un informe publicado este lunes, coincidiendo con la visita a Francia del presidente de China, Xi Jinping, RSF subraya que desde hace una decena de años Pekín trabaja en ese proyecto para controlar la información fuera de sus fronteras.
Un proyecto tanto más inquietante cuando se trata del país que ocupa el puesto 176 de un total de 180 en la última clasificación de la libertad de prensa de la organización, y donde decenas de periodistas y blogueros están encarcelados por haber recogido o publicado informaciones censuradas por el Partido Comunista Chino.
Para imponerlo, se ha dotado de un "aparato de propaganda" internacional en el que ha invertido "masivamente", y del que -siempre según RSF- forman parte entre otros la agencia oficial de noticias Xinhua y el grupo audiovisual CGTN, que ofrecen informaciones en múltiples lenguas (incluido el español) y cuentan cada uno con plantillas de más de 10.000 personas.
También con la entrada en el capital de medios extranjeros, la compra masiva de publicidad o la invitación a China de decenas de miles de periodistas de todo el mundo con todos los gastos pagados, en particular de países africanos, para formarlos en su concepción de la comunicación y "a cambio de una cobertura favorable".
Pekín ya no se contenta con tener bajo control a sus propios gigantes de internet, como la aplicación de mensajería WeChat o el buscador Baidu o a incitar a que otros países copien su reglamentación, sino que ha decidido dotarse de sus propios acontecimientos internacionales "para promover su visión represiva de la información", dice la organización.
Añade que así se explica la creación en 2009 de la Cumbre Mundial de Medios, financiada y organizada por entero por Xinhua, que se celebra en "países conocidos por su autoritarismo" (Rusia o Catar).
RSF se muestra particularmente crítico con Xi, que "en cinco años de una represión feroz contra los periodistas y blogueros ha logrado imponer la visión totalitaria en el país y se dedica a extenderla más allá de las fronteras chinas".
Sobre las formas de hacer frente a la ofensiva internacional china, "hay respuestas, pero no son simples", señala a Efe Cédric Alviani, responsable de la oficina de Asia de RSF, para quien en primer lugar "las democracias deben tomar conciencia del peligro".
"Los Estados deben responder, pero las respuestas autoritarias no son necesariamente adecuadas", puntualiza Alviani en alusión a medidas como prohibiciones de difusión de noticias falsas o sesgadas que pueden ser interpretadas como acciones de censura.
Considera legítimo recurrir, como lo piden periodistas chinos que han estado encarcelados en su país por el ejercicio de su trabajo, a la retirada de licencias a los medios que difundan contenidos "contrarios al respeto de los derechos humanos".
Sobre todo, insiste en que las democracias tienen interés en desarrollar un entorno mediático "sano" que permita una autorregulación basada en criterios periodísticos. Porque lo que promueve el régimen de Pekín "no es periodismo, sino propaganda de Estado" envuelto entre argumentos como que "cada cultura tiene derecho a su propia definición de los derechos humanos".
La propia RSF ha lanzado dos iniciativas, una de certificación de los procesos editoriales (Journalism Trust Initiative) para permitir distinguir los medios que aplican criterios periodísticos de los que tienen como objetivo propagar noticias falsas.
La segunda es el Pacto para la Información y la Democracia para subrayar el papel "capital" del periodismo en el funcionamiento de las democracias. EFE