El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial brinda una oportunidad a las mujeres y a los hombres, así como al conjunto del sistema de las Naciones Unidas, de renovar su compromiso por construir un mundo de justicia, igualdad y dignidad, en el que la discriminación racial no tenga cabida.
La discriminación racial vulnera los derechos intrínsecos y la dignidad de las mujeres y los hombres. Impide a sociedades enteras mantener una paz duradera y siembra obstáculos en el camino hacia un desarrollo inclusivo y sostenible.
La intolerancia empobrece al mundo, pues divide a la humanidad y debilita la fuerza inextinguible que genera nuestra diversidad. La igualdad y la justicia deben ser nuestras guías, en cualquier circunstancia. En estos momentos de profunda transformación social y de cambio mundial, podemos aprender de la experiencia del añorado Nelson Mandela y de su determinación por superar las divisiones, a pesar de todas las dificultades.
En este día debemos recordar que respetar a los demás es esencial para que se respete a nosotros y a nuestras comunidades y que la humanidad es una única familia, unida por aspiraciones compartidas y un destino común. La paz duradera solo puede fundarse en la igualdad y la dignidad de todos y cada uno de los hombres y mujeres, independientemente de su origen étnico, religión, sexo, condición socioeconómica o de cualquier otra índole.
No podemos darlo por descontado. Hemos avanzado de forma espectacular en el esfuerzo por hacer que la Declaración Universal de Derechos Humanos sea una realidad, pero la discriminación racial y el odio, y entre otros, los actos y crímenes motivados por el odio, siguen siendo demasiado frecuentes en todo el mundo.
Estas amenazas se ven exacerbadas por desigualdades cada vez más profundas y por incremento de la exclusión y la marginación, que debilitan la trama de las sociedades.
El respeto y la tolerancia son acciones liberadoras. Gracias a ellas se asume lo que nos diferencia de los otros, al tiempo que estos hacen lo propio con nosotros, y los aspectos enriquecedores de otras culturas se perciben como un tesoro común.
Es lo que debemos enseñar, pues la educación sigue siendo el arma más poderosa para prevenir el racismo y cortar de raíz la discriminación. Por ello la UNESCO está promoviendo la enseñanza de los derechos humanos en todo el mundo y desarrollando nuevas formas de educación para la ciudadanía mundial. Dentro y fuera del aula, debemos empezar desde una edad temprana a inculcar los valores del respeto, la tolerancia y la solidaridad, promoviendo el deporte y la participación de los jóvenes, protegiendo la historia común de la humanidad, incluyendo la historia de la esclavitud y los espacios de memoria y promoviendo la creación de nuevas alianzas contra la discriminación, ahí donde eche raíces.
La UNESCO actúa en todos estos niveles, por medio del proyecto La Ruta del Esclavo, protegiendo el patrimonio cultural de relevancia universal, así como mediante iniciativas como la Coalición Internacional de Ciudades contra el Racismo y la Discriminación.
La lucha contra la discriminación es una batalla que debemos librar todos cada día a través de nuestras acciones. Además, juntos podemos multiplicar nuestros esfuerzos por forjar un mundo más justo, equitativo y digno para todas las mujeres y todos los hombres. Este es el mensaje de la UNESCO con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial de 2014.
Irina Bokova
Directora General de la UNESCO