PARÍS (Reuters) - Los ataques mortales perpetrados por islamistas locales han dejado de manifiesto el "apartheid geográfico, social y étnico" en Francia, dijo el martes el primer ministro Manuel Valls, en una de las críticas más duras a la sociedad gala expresada por una figura del Gobierno.
Los ataques ocurridos entre el 7 y 9 de enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado judío en París sumieron a Francia en un debate de conciencia para entender cómo tres hombres se radicalizaron de esa manera y cómo evitar que se repita la violencia que cobró 17 vidas.
"Estos últimos días pusieron de relieve mucha maldad que corroe nuestro país y los retos a los que debemos enfrentar", dijo Valls en un discurso de Año Nuevo a los medios.
"Tenemos que mirar todas las divisiones, las tensiones que han sucedido durante años (...) el descuido de los suburbios, los guetos, la miseria social", dijo. "Un apartheid geográfico, social y étnico se ha establecido en nuestro país", afirmó.
Barrios en decadencia rodean muchas ciudades francesas, con frecuencia poblados por personas blancas pobres, negros o descendientes de inmigrantes del norte de África que se sienten marginados por la sociedad.
Los tres atacantes tenían ascendencia argelina y africana, lo que llevó a algunos en el Frente Nacional a aumentar sus llamamientos por una menor inmigración, una discusión que el Gobierno ha rechazado.
En el 2005 estallaron disturbios en muchos suburbios franceses y han ocurrido con intervalos regulares en la última década en los distritos más críticos.
Con frecuencia se culpa de los disturbios a una combinación de desempleo, en esas zonas hasta de un 40 por ciento, discriminación racial y controles policiales percibidos como hostiles.
El Gobierno tiene previsto presentar propuestas esta semana para abordar temas desde seguridad y educación hasta control urbano.
Si bien políticos de todos los partidos gobernantes en los últimos 30 años prometieron abordar los problemas, el fracaso de esos esfuerzos dejó un creciente sentimiento de desesperación y aislamiento que alimentó la radicalización.
"Reformar significa luchar implacablemente contra las desigualdades", dijo Valls. "Tenemos que luchar cada día este terrible sentimiento de que hay ciudadanos de segunda clase o que algunas personas son más importantes que otras", agregó.