Beirut, Líbano, 1 de abril, 2016 (AP). Un adolescente sirio con el pelo oscuro y rizado pasa los días dando vueltas por una carretera muy transitada en el oeste de Beirut, pidiendo limosna a conductores y compradores. Más abajo, en la calle Hamra, su madre y tres hermanas pequeñas tienen también sus lugares para mendigar por su sustento.
Mohammad Hussein, de 13 años, es uno de las decenas de miles de niños sirios que huyeron de la cruenta guerra en su país, para refugiarse en el vecino Líbano. Muchos de ellos no están escolarizados y tienen que trabajar o pedir limosna para mantener a sus familias.
Su situación es uno de los signos más visibles de una crisis de refugiados sin precedentes que ha puesto una enorme presión sobre los países vecinos de Oriente Medio y desestabilizó a Europa. En las calles comerciales, rotondas y semáforos de Líbano, puede verse a niños apoyando sus caras contra las ventanillas de los autos, alargando la mano para pedir dinero o vender goma de mascar o flores a cambio de unas monedas.
“Ojalá pudiera regresar a la escuela. Me gustaba la escuela cuando estaba en Siria”, dijo Hussein. “Pero ahora no puedo, soy el mayor y debo mantener a mi madre y hermanas.”
Mendigar no solo es peligroso —la policía detuvo a Hussein durante 10 días recientemente— sino que a veces tienen que sufrir los insultos de los extraños a los que piden ayuda.
“Algunas personas (...) me maldicen a mí y a mi país”, dice.
Líbano tiene registrados a más de un millón de refugiados sirios, lo que supone casi una cuarta parte de su población de 4.5 millones de personas, la mayor tasa de población refugiada per cápita del mundo. Otro medio millón de sirios viven en el país sin estar registrados, y las autoridades dicen que su presencia ha generado una importante carga que Líbano ya no puede soportar más tiempo en solitario.
Un estudio publicado el año pasado por la Organización Internacional del Trabajo, UNICEF y la ONG Save the Children dijo que en las calles de Líbano vivían o trabajaban más de 1,500 niños, de los cuales casi el 75% eran sirios. La mayoría pedían limosna o tenían un puesto de venta ambulante.