Taipei, 1 de agosto, 2016 (AP). El gobierno de Taiwán pidió disculpas el lunes a los pueblos aborígenes de la isla por los 400 años de conquista y colonización a los que fueron sometidos.
A nombre del gobierno, la presidenta Tsai Ing-wen explicó que es necesario enfrentar hechos históricos difíciles para avanzar como sociedad.
Agregó que su gobierno deseaba "tomar un paso adicional" y ofrecer "una total disculpa".
"Si deseamos declarar que somos nación unida, necesitamos enfrentar estos hechos históricos. Necesitamos enfrentar la verdad. Más importante aun, el gobierno debe reflexionar verdaderamente sobre sí mismo y es por eso que hoy estoy parada aquí", dijo Tsai en una ceremonia realizada en el edificio de la oficina presidencial en la capital, Taipéi.
Se establecerá una "comisión sobre justicia y justicia histórica" para tratar los problemas del pasado, agregó la presidenta. Tsai habló en el día nacional de honor a los pueblos aborígenes de Taiwán, enfrente de representantes de las 16 tribus nativas oficialmente reconocidas en la isla.
Taiwán fue habitado por una variedad de tribus durante miles de años, antes de que colonizadores holandeses comenzaran a importar trabajadores chinos en grandes cantidades durante mediados del siglo XVII.
Los holandeses fueron expulsados de la isla por el corsario chino Koxinga, cuyos sucesores fueron derrotados después por la dinastía Manchu Qing como parte de su conquista de la mayor parte de China. Fue administrada sin mucho cuidado desde el territorio continental hasta 1885, cuando se convirtió en provincia bajo presión extranjera. Japón la convirtió en colonia en 1895.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Taiwán fue entregada a la República de China de Chiang Kai-shek, cuyo gobierno se reubicó a la isla en 1949 tras salir de China bajo presión de las fuerzas comunistas de Mao Zedong.
Tsai fue elegida en enero, lo que ha tensado las relaciones de la isla con China, que alega que Taiwán es territorio suyo desde tiempos ancestrales. La visión que Tsai tiene de Taiwán choca con Beijing, que cree que la isla siempre ha sido parte inherente de China y eventualmente debe ser integrada al territorio continental, por la fuerza si es necesario.