CIUDAD DE MÉXICO (AP) — México cerrará su tristemente célebre prisión de las Islas Marías, la última colonia penitenciaria insular en un hemisferio que alguna vez tuvo múltiples ejemplos de islas penales como la representada en la película “Papillon”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el lunes que México reubicará a aproximadamente dos terceras partes de los 659 reos que quedan en la islas y liberará a unos 200 más.
Las cuatro islas _ubicadas a 110 kilómetros (70 millas) de las costas del estado de Nayarit, en el litoral del Pacífico, y de las cuales solo una está habitada_ serán convertidas en un centro cultural y de educación ambiental.
La cárcel se fundó en 1905 en la Isla María Madre. Cuando Panamá cerró su colonia penitenciaria en la isla de Coiba en 2004, la de las Islas Marías permaneció como la última de este tipo que seguía operando en América.
López Obrador dijo que el nuevo centro cultural en el archipiélago llevará el nombre del escritor José Revueltas, quien estuvo encarcelado ahí y escribió la novela “Los muros de agua”.
“Es la historia de castigos de tortura, de represión a lo largo de más de un siglo”, señaló López Obrador sobre la cárcel, que apenas en 2013 tenía 8.000 reclusos.
Lejos de la sangrienta reputación de sitios como la Isla del Diablo _la colonia penal en la Guyana Francesa cerrada en 1946 y representada en “Papillon”_, hacia el final la cárcel de las Islas Marías albergaba a muchos reos de buen comportamiento para los que se consideraba que la “prisión sin muros” era un paso hacia su liberación o su rehabilitación. A algunos incluso se les permitía vivir allí con su familia.
Aunque el turismo en masa no acudía debido a que había una cárcel, las islas sufrieron una grave degradación ambiental por su uso como colonia penal durante más de un siglo, dijo Ramón Ojeda Mestre, quien de 2000 a 2004 fungió como director del programa de recuperación ambiental del archipiélago.
El programa “protegió en el caso específico de las tres islas que no se ocuparon, pero la isla María Madre sí quedó muy deteriorada ecológicamente”, afirmó.
Ojeda Mestre se esforzó en reforestar la isla con maderas nobles tropicales, que en gran medida habían sido derribadas para construir la colonia penal y amueblarla. También luchó para expulsar de las islas deshabitadas a perros, gatos y cabras no nativos.
“Perdimos muchas boas, porque (los reclusos) las mataban para... hacer cinturones con las pieles”, recordó.
Esa fue una de las muchas industrias locales que surgieron, y los reos también hacían bebidas alcohólicas caseras a base de fruta fermentada.
En riesgo también por la existencia de la colonia penal estaba el perico “Tres Marías” de cabeza amarilla, el cual no se encuentra en ninguna otra parte.
“Los loros los capturaban los internos para venderlos, y los sacaban subrepticiamente, clandestinamente sus familiares para venderlos” en México después de visitar las islas, agregó el funcionario.
La lucha de Ojeda Mestre formó parte de un plan inicial para transformar la colonia penitenciaria en una reserva natural, pero ese plan sucumbió en 2005 ante lo que posteriormente llegó a conocerse como la guerra de México contra las drogas. El gobierno argumentó que necesitaba más espacio en las cárceles, no menos.
Los recorridos de 12 horas en bote que los familiares tenían que soportar para poder visitar a los reclusos eran “crueles”, señaló Ojeda Mestre, y consideró que la decisión de cerrar el penal “es una extraordinaria noticia que realmente debe de regocijar a todo el continente americano”.
El hemisferio comenzó a darles la espalda a esas prisiones aisladas hace décadas.
Chile cerró su cárcel en la isla Santa María a fines de la década de 1980, mientras que la colonia penal de Costa Rica dejó de operar en 1991, y la Isla Grande de Brasil hizo lo propio en 1994. Perú puso fin a su isla prisión de El Frontón de forma drástica en 1986: buques artillados destrozaron la mayor parte de las construcciones para sofocar un motín, matando a más de 100 internos.
En Estados Unidos, la famosa prisión de Alcatraz en la bahía de San Francisco fue cerrada en 1963.
Las colonias penales en islas fueron utilizadas en todo el mundo desde el siglo XVIII como sitios remotos a prueba de fugas para “rehabilitar” a los reos por medio de trabajos forzados. Otro de los fines era ayudar a colonizar territorios alejados, y la mayoría intentaba ser autosuficiente.
Actualmente, las prisiones federales de México no están saturadas, lo que hace que el cierre de la prisión en la isla sea más concebible. El gobierno dijo que cuesta unos 150 dólares diarios albergar a cada reo en las Islas Marías, un costo mucho más elevado que en otros penales. Además, el archipiélago suele ser azotado por huracanes, el último de los cuales provocó unos 150 millones de dólares en daños.
La prisión de Coiba en Panamá fue clausurada en 2005 y convertida en una reserva natural. La selva está invadiendo poco a poco las construcciones, un ejemplo de lo que podría ocurrir en las Islas Marías.
“La estructura que queda está siendo reclamada lentamente por la selva y el aire marino. Sus edificios en ruinas y tumbas con lápidas sencillas fungen como el único monumento conmemorativo de la oscura historia de Coiba”, afirma el ahora parque nacional en su sitio web. AP