martes, 26 de septiembre de 2017

Puertorriqueños buscan comunicarse tras huracán María

SAN JUAN (AP) — Margarita Aponte y sus familiares utilizaron el domingo dos bueyes para limpiar la calle frente a su casa, después condujo durante una hora desde su localidad, ubicada en el centro de Puerto Rico y que quedó devastada por el huracán, hasta el edificio del antiguo telégrafo en la capital, San Juan.

En ese lugar, miles de puertorriqueños se congregaron para tener la oportunidad de acceder a la comunicación, un recurso casi tan preciado como el agua y la electricidad después del paso del huracán María.

“¡Está llamando, está llamando, está llamando!”, gritó Aponte cuando su teléfono se conectó al internet inalámbrico gratuito y su llamada de FaceTime se conectó hacia el territorio continental de Estados Unidos.

La conserje, entre lágrimas, conversó con sobrinos, tíos, hermanos y hermanas en Florida y Massachusetts por primera vez desde que María destruyó casi toda conexión celular y de fibra óptica en la isla, un territorio estadounidense de 3,4 millones de habitantes.

El murmullo que se escucha en uno de los lugares de acceso a internet inalámbrico provisto por el gobierno, se rompe ocasionalmente por el grito de alegría de alguien que logró conectarse a la congestionada red. La mayoría de esas personas pasan horas haciendo gestos frente a sus teléfonos sin lograr conectarse.

“No hay comunicación. Estamos en las manos de Dios”, afirmó Yesenia Gómez, que trabaja en una cocina, mientras dejaba un mensaje para su madre en República Dominicana.

Decenas de otros puertorriqueños optaron por detener su vehículo a un lado del camino en varias carreteras, donde las señales de internet tenían mayor potencia.

Carlos Ocasio, trabajador de mantenimiento, caminó entre ramas y botellas de vidrio quebradas hasta que encontró un lugar con buena señal. Pronto logró comunicarse con su hermano en Nueva Jersey.

“Se me hizo un nudo en la garganta y no pude hablar durante un minuto”, afirmó. “Me llaman de todas partes, me preguntan cuándo voy a llegar”.

Otros en Puerto Rico y el extranjero llamaban a una estación radiofónica local a la que dieron nombres, números, direcciones exactas y fotografías de sus seres queridos con la esperanza de entablar comunicación.

Pero, para cientos de miles de puertorriqueños que viven en el territorio continental de Estados Unidos, solo hay silencio en la isla.

Shirley Rodríguez, que reside en el condado Brooklyn de Nueva York, dijo que tiene más de 30 parientes en Puerto Rico pero que le preocupa en particular su madre Mildred Rodríguez, de 66 años, y que sufre diabetes e hipertensión pulmonar y vive en el municipio de Hormigueros, en la costa occidental de la isla.

La última vez que Rodríguez conversó con su familia fue antes de la tormenta y sus parientes tenían previsto estar juntos cuando ocurriera. Desde entonces, las llamadas a sus celulares van directamente al correo de voz.

“Me siento atontada en este momento. Es una montaña rusa de emociones”, afirmó. “Es agonizante en extremo no saber nada”.

Su suegra, que vive en la zona de San Juan, de alguna manera logró comunicarse con alguien de la alcaldía de Hormigueros, quien le comentó a Rodríguez que la zona donde viven sus padres se salvó de las inundaciones. Sin embargo, ella desconoce todavía en qué condiciones se encuentra el lugar.

Algunas personas en Puerto Rico manifestaron su ira por lo que describieron como falta de información por parte de las compañías telefónicas sobre cuáles torres están funcionando, a fin de dirigirse hacia esos lugares.

“No nos informan nada”, dijo Ricardo Castellanos, asesor de negocios. “Estamos en estado de emergencia”.