En 1995, durante la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, las y los líderes del mundo se comprometieron con un futuro donde las mujeres gozaran de igualdad.
A la conferencia asistieron 189 países y 4000 organizaciones de la sociedad civil.
Las mujeres partieron de Beijing con muchas esperanzas, con un camino bien trazado hacia la igualdad y compromisos firmes desde las esferas más altas.
Confiaban en ver todo eso materializado para 2005.
Hoy en día, ni un solo país ha alcanzado la igualdad. Se torna más urgente que nunca fijar un plazo de cumplimiento y llevarlo a término.
Si bien hubo ciertos avances en los últimos 20 años, estos se dieron de forma pausada y desigual.
Los países redujeron la brecha de género en educación e inclusive algunos lograron la paridad de género en la matriculación escolar.
Disminuyeron los índices de mortalidad y morbilidad materna. Creció el número de mujeres que sobrevive al embarazo y al parto con respecto a 1995.
Muchos países crearon instituciones dedicadas a enfrentar la desigualdad de género. Muchos sancionaron leyes contra la discriminación de género. Muchos convirtieron la violencia doméstica en delito.
Todas éstas son buenas noticias.
Y sin embargo, nos encontramos lejos de lograr la igualdad entre hombres y mujeres, entre niños y niñas.
La implementación de buenas políticas fue irregular. La asignación de los recursos necesarios para la implementación eficaz fue insuficiente para dotar de fondos a los ministerios de la mujer, a las comisiones de género, a los coordinadores de cuestiones de género y para la elaboración de presupuestos sensibles al género.
Son demasiadas las mujeres, especialmente en los países menos desarrollados, para quienes los cambios no han sido suficientes.
En África, el 70 por ciento de la producción agrícola depende de las mujeres y, sin embargo, todavía poseen apenas el 2 por ciento de la tierra.
La violencia contra las mujeres continúa asolando vidas en todos los países del mundo.
Y ningún país ha alcanzado la igualdad de género.
Las mujeres necesitan un cambio y la humanidad necesita un cambio. Podemos lograrlo entre todas y todos: mujeres y niñas, hombres y niños, personas jóvenes y mayores, ricas y pobres.
Las pruebas sobre los beneficios que aporta la igualdad son abrumadoras: las economías crecen, se alivia la pobreza, mejora el estado de la salud y las comunidades se tornan más estables y resistentes ante las crisis ambientales y humanitarias.
Las mujeres quieren que sus líderes renueven las promesas que les hicieron. Quieren que sus líderes vuelvan a comprometerse con la Declaración de Beijing, la Plataforma de Acción y con una implementación acelerada y más audaz.
Quieren que más de sus líderes sean mujeres. Y quieren que esas mujeres, junto a los hombres, se atrevan a cambiar los paradigmas económicos y políticos. La paridad de género debe lograrse antes de 2030, a fin de que evitemos el lento ritmo de progreso que condena a los niños y las niñas que nacen hoy a esperar 80 años antes de ver un mundo con igualdad.
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, instamos a los países a “dar el paso” por la igualdad de género con un progreso sustancial de aquí a 2020. Nuestro objetivo es alcanzar un Planeta 50-50 antes de 2030.
El mundo necesita la igualdad plena para que la humanidad prospere.
Empoderamiento para las mujeres, empoderamiento para la humanidad. ¡Estoy segura de que pueden imaginar un mundo de igualdad!
Phumzile Mlambo-Ngcuka
Directora Ejecutiva de ONU Mujeres